Trabajo en instituciones educativas desde hace 15 años y nunca he visto nada parecido a esto; creo que nadie. Estudiantes enviados a sus casas, escuelas cerradas, aulas vacías, maestros día y noche frente a una computadora o, paradójicamente, encontrando en el teléfono, acérrimo enemigo de otros tiempos, al mejor aliado para sostener la supervivencia de la escuela….
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